Director: Joan Lluís Bozzo
Intérpretes: Carlos Gramaje, Julia Möller, José Ricarado Truchado, Anna Moliner, Ferrán Frauca, Víctor Ullate Roche, Carlos Álvarez, entre otros
Le damos un 6,5
Haciendo frente a las tormentas, el barco de Dagoll Dagom consigue mantenerse a flote a pesar de estar a punto de zozobrar en su itinerario lineal, con escasos momentos de emoción.
Cuesta hablar de un espectáculo que es toda una institución. Según las estadísticas, 1 de 8 habitantes de Cataluña ha visto alguno de los dos montajes de Mar i Cel, separados entre sí por más de 15 años. Muchos de los espectadores habrán repetido, por lo que los recuentos ya empiezan a tambalearse. Lo que no se pone en duda es que sus canciones son himnos popularizados por dos generaciones... pero en catalán.
Aunque parezca una osadía por ir a contracorriente del clamor general, la riqueza lingüística de España está desaprovechada. Desde un punto de vista comercial, muchos alzarían su voz si en Madrid se representase la obra con subtítulos en castellano. ¿Perdería espectadores? ¿ Nadie piensa en lo que se ganaría en términos artísticos? La palabra en castellano no suena mal, pero las canciones, su ritmo y cadencia, son más sutiles y cálidas en catalán en esta historia que, curiosamente, está mejor cantada que narrada.
Mar y Cielo nos relata el encuentro de civilizaciones a partir de un hecho histórico: la expulsión de los moriscos en el siglo XVII. Los hechos se ilustran con pasajes breves –el primero rompe esa tónica-, tamizados por la música y soluciones escénicas bastante originales. La vistosa puesta en escena está en manos de acróbatas, que otorgan dinamismo a la acción. Del resto, sobresalen algunos intérpretes como Julia Möller que pone su poderío vocal al servicio de los temas Estoy sola y Porque he llorado.
La obra va cogiendo fuelle a medida que avanza, pero el segundo acto, que en su inicio promete cambios, nos devuelve la calma chicha. Cuando la esencia de algunas escenas cae por repetitivas nos queda refugiarnos en la calidad de la escenografía, llena de detalles que quedan soterrados por culpa o gracia de la imponente nave. Este preciado objeto de museo, símbolo de fortaleza, se convierte en el único escenario durante las dos horas que dura el espectáculo con el peligro de que los espectadores más hipocondríacos puedan marearse.
Recomendado para los más pequeños por el mensaje de entendimiento cordial que subyace a lo largo de toda la trama, los adultos, que saben que Mar y Cielo habla de utopías, deben contentarse con un musical que cumple su cometido, el de entretener, poniendo de manifiesto la capacidad de generar industria a partir de un trabajo de artesanos.
Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.
Intérpretes: Carlos Gramaje, Julia Möller, José Ricarado Truchado, Anna Moliner, Ferrán Frauca, Víctor Ullate Roche, Carlos Álvarez, entre otros
Le damos un 6,5
Haciendo frente a las tormentas, el barco de Dagoll Dagom consigue mantenerse a flote a pesar de estar a punto de zozobrar en su itinerario lineal, con escasos momentos de emoción.
Cuesta hablar de un espectáculo que es toda una institución. Según las estadísticas, 1 de 8 habitantes de Cataluña ha visto alguno de los dos montajes de Mar i Cel, separados entre sí por más de 15 años. Muchos de los espectadores habrán repetido, por lo que los recuentos ya empiezan a tambalearse. Lo que no se pone en duda es que sus canciones son himnos popularizados por dos generaciones... pero en catalán.
Aunque parezca una osadía por ir a contracorriente del clamor general, la riqueza lingüística de España está desaprovechada. Desde un punto de vista comercial, muchos alzarían su voz si en Madrid se representase la obra con subtítulos en castellano. ¿Perdería espectadores? ¿ Nadie piensa en lo que se ganaría en términos artísticos? La palabra en castellano no suena mal, pero las canciones, su ritmo y cadencia, son más sutiles y cálidas en catalán en esta historia que, curiosamente, está mejor cantada que narrada.
Mar y Cielo nos relata el encuentro de civilizaciones a partir de un hecho histórico: la expulsión de los moriscos en el siglo XVII. Los hechos se ilustran con pasajes breves –el primero rompe esa tónica-, tamizados por la música y soluciones escénicas bastante originales. La vistosa puesta en escena está en manos de acróbatas, que otorgan dinamismo a la acción. Del resto, sobresalen algunos intérpretes como Julia Möller que pone su poderío vocal al servicio de los temas Estoy sola y Porque he llorado.
La obra va cogiendo fuelle a medida que avanza, pero el segundo acto, que en su inicio promete cambios, nos devuelve la calma chicha. Cuando la esencia de algunas escenas cae por repetitivas nos queda refugiarnos en la calidad de la escenografía, llena de detalles que quedan soterrados por culpa o gracia de la imponente nave. Este preciado objeto de museo, símbolo de fortaleza, se convierte en el único escenario durante las dos horas que dura el espectáculo con el peligro de que los espectadores más hipocondríacos puedan marearse.
Recomendado para los más pequeños por el mensaje de entendimiento cordial que subyace a lo largo de toda la trama, los adultos, que saben que Mar y Cielo habla de utopías, deben contentarse con un musical que cumple su cometido, el de entretener, poniendo de manifiesto la capacidad de generar industria a partir de un trabajo de artesanos.
Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.
No hay comentarios:
Publicar un comentario