Le damos un 7,5
Gracias a la nave en que se convierte el Teatro Alfil pisamos por fin el nuevo planeta de la constelación creada por Yllana.
La parodia no ha muerto. Es el género más vivo. De eso saben los componentes de Yllana, que se adentran en terrenos cotidianos y reconocibles para hacer humor absurdo. Buscan en nuestro subconsciente de tal forma que la compañía madrileña confiere una importante carga de conocimientos ya aprehendidos al revoltijo de gracias que crean en cada espectáculo.
Se lo han trabajado durante 15 largos años y por ello cuentan desde hace tiempo con una legión de adeptos. Los incondicionales vamos a todos sus espectáculos con el convencimiento de que no nos van a defraudar. Siendo críticos, su humor ‘de autor’, la herramienta con la que han conseguido labrarse un espacio, se atisba con menos contundencia en Star Trip que en sus anteriores montajes.
Hace unos meses pudimos disfrutar de nuevo con 666, con la que llegaron al Olimpo del teatro gestual. Y allí se quedó, mientras ellos descendieron para afrontar una nueva escalada. La última, más galáctica que las otras, se les hace más cuesta arriba. Ataviados con los mismos pertrechos, parece que están a la zaga de nuevos logros, que igualen en entretenimiento a su obra cumbre.
Que nadie malinterprete estas palabras: siguen siendo igual de buenos, lo que ocurre es que el abuso de ciertos guiños les hace perder, o esconder en cierta manera, el componente de creatividad original que hasta ahora era visible en todos sus montajes. Coleccionistas de imágenes, los de Yllana deconstruyen las que tenemos en la retina y las presenta envueltas de una nueva sustancia.
En Star Trip se dedican a pasear por todos los referentes del cine de ciencia ficción de los 80, títulos de culto como Alien y Blade runner, sagas del estilo de Star Trek y cine de autor, como 2001: Una odisea en el espacio. El empleo de elementos audiovisuales puede llegar a distorsionar la esencia teatral, pero es tan poderoso el arma con el que se enfrentan a la apatía que no dejan de sorprendernos con propuestas (in)verosímiles. Se me olvidaba que estábamos en un universo paralelo.
Hemos tardado mucho en verles de nuevo en Madrid porque han estado rodando por España y fuera de nuestro país. Como buenos mesías vienen a predicar el buen humor. Y llegan al lugar donde saben que nadie les va a tirar la primera piedra (de goma sí se permiten): si los fieles distinguimos al Alfil como el templo del humor, el cargo de sumos sacerdotes recae con honores en los componentes de Yllana.
Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.