viernes, octubre 13, 2006
Crítica: "Dónde pongo la cabeza"
Director: Tamzin Townsend
Intérpretes: Maria Pujalte, Jorge Bosh, Beatriz Santana, Charo Zapardiel, Cecilia Solaguren
Le damos un 6
El hecho de "reírse con", en otras palabras, hacer una comedia desde la rabia, tiene su riesgo: ¿dónde está la frontera entre la crítica sutil y la burla?
La cuestión habrá llevado de cabeza a más de uno de los que participan a diario en la puesta en escena de esta pieza que aborda una controvertida y sangrante realidad. Hoy día, la divertida (y prolífica) guerra de sexos tiene secuelas irreparables, siempre en función del enfoque, variado y rico. No hay más que recordar piezas como la demoledora Algún amor que no mate, de Dulce Chacón, con Isabel Ordaz y Charo Amador dirigidas por Eduardo Vasco.
Son necesarias las apuestas por un nuevo y arriesgado punto de vista. La última viene respaldada por Yolanda García Serrano, experimentada guionista y cineasta. Aborda un tema tan serio como el de los malos tratos desde la sátira, inteligente para algunos, demasiado osada para otros. No resulta curioso que nadie quede indiferente, incluso el que se levanta de la butaca y se marcha. En ese caso García Serrano ha conseguido, dando un rodeo, el primero de sus objetivos: el de provocar. Quizá esa persona no pensaba en esa realidad hasta que salió indignada de la sala.
Exportamos el dilema y lo llevamos a juicio, a escena: hay dos abogados, uno defiende la pasión, el otro responde por el odio. El relato queda en un toma y daca, llevado en todo momento por el personaje de Pujalte, una meticulosa intérprete que perfila su Eva como una mujer algo cortita a la que se pueden reprochar tantas cosas... Bosch tampoco se queda atrás.
En cuanto al tratamiento, Tamzin Townsend (El método Grönholm, Gorda) plantea una puesta muy visual y ágil, con rápidos cambios y la ayuda de un cajón polivalente en el centro del entarimado. La iluminación acentúa el estado de ensoñación e irrealidad, otra de las armas de la directora para esquivar los socavones de una interpretación más brutal.
Haga un ejercicio y cambie el teatro por la sala de estar donde vemos los informativos y su página diaria dedicada a la violencia de género. Nos encontramos con una parodia así y seguro que se multiplicarían los efectos punzantes, y es duro. Aún así, los que están delante y detrás defienden su trabajo. También el que suscribe, pero no podemos dejar de pensar en los sentimientos de alguien cercano a esa realidad. Prueba irrefutable es que el día que publicamos este texto son ya 60 las mujeres asesinadas en lo que va de año a manos del hombre en el que un día confiaron. Como siempre, su elección como espectador es libre y por tanto es quien debe juzgar.
Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.
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