domingo, julio 15, 2007

Crítica: Cuerpo de mayor

Le damos un 8

Sugerente, conciso y nada pretencioso, así es el broche final de las tres obras que, bajo el genérico título de Nada es casual, ha vomitado (en el buen sentido) un gestor de mentes inquietas.

Hay algo, por encima de todo, que caracteriza a los grandes administradores: un tipo inteligente sabe que debe rodearse de gente que también lo es. Y qué es una obra de teatro si no una creación colectiva. Si, además, el esfuerzo ha dado frutos bajo una atmósfera de energía positiva, el resultado es mucho mejor para el público que asiste a cualquier representación.

Todo esto sirve para que les diga que Alberto Jiménez, además de un excelente intérprete, es un pródigo, inquieto e inquietante creador. No vamos a abrir aquí el debate acerca de los actores en su faceta como creadores, que lo son a mi parecer, pero permítanme que le atribuya a Jiménez el título de gestor "en escena".

Sobre la base, el tema de la muerte, también el de la vida por supuesto –ambas van de la manita-, el metódico actor se despoja de convencionalismos para recordarnos que desde nuestro nacimiento estamos encaminados hacia el adiós definitivo. Ahora bien, como no nos lo tomemos con humor, mal vamos. Eso es lo que hacen Jiménez y su gente, que dan vida a un catálogo de seres y esencias emocionales: lo sazonan todo con una especial sutileza irónica que ancla a tierra cada uno de los paisajes oníricos que conforman este entretenido puzzle.

De la anécdota surge un mundo y el relato, la descripción, adoptará una forma u otra en función de quién lo narre y cómo lo haga. Aunque parezca una obviedad, aquí el padre de la criatura tiene mucho que decir y aún le queda mucho por contar, pero a veces es mejor respetar la ortografía escénica y marcar un punto final. Da la sensación de que este Cuerpo de mayor es una retirada a tiempo que responde a un interés por no alargar lo que, por otro lado, sería muy fácil de eternizar.

De esta forma, Alberto cierra la aventura iniciada con Nada es casual con una experiencia que da ganas de más y claro, deja en nosotros una sensación de vigor y buen rollo al salir de la Cuarta Pared –a pesar de lo duro del mensaje- que tenemos que canalizar de alguna manera, pensando quizás que pronto empezará a elucubrar otra historia, si es que no lo está haciendo ya. Que siga, que siga…

Texto escrito por
Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Hay algún desnudo en escena?